JUGAR PARA CREAR Y TRANSFORMAR

¿Te describirías como una persona creativa? Quizás la respuesta más habitual sea un NO, o al menos yo hubiera dado esa respuesta anteriormente. Muchas veces pensamos que la creatividad es la suerte de algunos pocos y que simplemente no nací con ese don o al menos no cumplo con mis propias expectativas para catalogarme como una persona creativa. Resulta que hace unos años atrás me encontré con una libreta de notas del colegio tipo 4to básico y me sorprendí con el texto que me escribió la profesora que decía “Valentina eres muy creativa, más de lo que piensas”.
Porqué cuento esto, porque fue un primer cachetazo que me hizo pensar ¿Qué pasó durante todos estos años que dejé de verme como alguien creativa? Hoy día se habla tanto de innovación y creatividad en las empresas o emprendimientos como la solución para adaptarse a los constantes cambios, pero ¿cómo despertamos esa creatividad en las personas y equipos? Suena fácil y atractivo de solo escuchar la palabra, pero ¿qué debe pasar en nosotros y en el contexto para que realmente esto ocurra y no nos quedemos solo en la intención?
Acá va mi teoría…..¡nos falta JUGAR!
Cuando jugamos, nos entretenemos y nos enfrentamos al mundo en un modelo sencillo, sin gravedad y desde la imaginación, en el que cada pieza se puede mover para crear una realidad que antes no existía, ofreciéndonos un universo de posibilidades. Es por esta razón que para mí los juegos representan las mejores herramientas y fin en sí mismos, para mostrarnos como estamos siendo, generar un aprendizaje significativo y mejorar nuestros resultados ya sea a nivel personal o de equipos.
Los beneficios del juego para ser más creativos:
1. Abre un espacio de confianza: Al jugar se crea un ambiente para que las personas se sientan libres para abrir y compartir ideas, para fortalecer los vínculos y tener una escucha más profunda. Sin confianza en uno mismo y en los otros, va a ser difícil que surja lo nuevo.
2. Disminuye el miedo: una cultura que estigmatiza o castiga el error mata la creatividad. Para crear no hay que tener miedo a equivocarse, de decir ideas locas, de probar cosas nuevas y experimentar. Cuando jugamos este riesgo disminuye ya que es solo un juego, por lo tanto, nos damos el permiso para ser y mostrar realmente el potencial que tenemos dentro sin miedo a ser enjuiciados. Además, es posible fallar varias veces antes de llegar a algo que funcione.
3. Instala aprendizajes: ya que las emociones que experimentamos cuando jugamos son precisamente las que nos permiten aprender de manera más rápida y recordar lo aprendido durante mucho más tiempo. Se combina lo emocional y lo cognitivo, asociando el pasarlo bien con aprender.
4. Ofrece resultados distintos: como dice la frase de Albert Einstein “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”, el juego nos hace explorar y ver las cosas desde otros puntos de vista, ver nuevas opciones, nos desafía, nos reúne y nos invita a poner el foco en el proceso, con mayor liviandad que no implica que no sea profundo.
Y, para terminar, las y los invito a jugar más en sus vidas, a salirse de los roles que muchas veces nos hemos autoimpuesto y a seguir siendo niños, ya que como un maestro Zen dijo una vez: "En la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la mente del experto hay sólo unas pocas". Si queremos encontrar nuevos caminos, necesitaremos cultivar la mente de un principiante.
Juguemos y creemos juntos nuevos caminos que nos lleven a un mayor bienestar personal, laboral y social.